La Huaca Cao Viejo es el edificio de época Moche más intervenido por los trabajos de investigación y conservación arqueológica que la Fundación Wiese viene realizando en el Complejo Arqueológico El Brujo desde 1990.
La historia de las investigaciones en Huaca Cao Viejo se remonta a los reportes del naturalista italiano Antonio Raimondi, quien en 1868 la describió como la huaca más elevada en todo el asentamiento. Conocida anteriormente como “Huaca Blanca” por Alfred Kroeber y Junius Bird, Huaca Cao Viejo tiene una altura de 27 metros y posee un amplio dominio visual del horizonte marino y del fondo del valle.
A mediados de 1990, saqueadores de tumbas develaron algunos segmentos de los elaborados murales de la fachada principal de la huaca. Por ello, la Fundación Wiese emprendió trabajos de emergencia en primera instancia, para luego plantear un programa de investigaciones con el objetivo de entender y conservar el edificio y el complejo en general, para poder gestionarlo de manera adecuada.
El principal resultado de aquellas intervenciones fue el develamiento de la fachada principal del edificio y la exposición de una secuencia de coloridos alto relieves que muestran la secuencia de importantes ritos que se desarrollaban en los centros de poder moche.
Huaca Cao Viejo está conformado por dos grandes construcciones: una plaza y una pirámide escalonada.
Los moches diseñaron el ingreso principal de la Huaca Cao Viejo a través de la plaza rectangular existente en el lado norte, o la cara principal del edificio. Este amplio espacio presenta un recinto cuadrangular en su esquina sureste, en cuyos paramentos exteriores se plasmaron las más elaboradas escenas de seres humanos, animales y seres mitológicos. Dicho conjunto de imágenes es interpretado como un calendario ceremonial.
Desde el lado este de la plaza se podía acceder a la pirámide por medio de un sistema de rampas que permite ascender hasta la cumbre del edificio.
La pirámide escalonada fue construida por los moches mediante el uso de adobes que definen recintos y patios cuadrangulares en la parte superior de cada etapa constructiva que la compone. Tanto la fachada que colinda con la plaza y los espacios superiores presentan una impresionante cantidad de pintura mural y alto relieves polícromos. Las figuras plasmadas en los muros de Huaca Cao Viejo representan guerreros, prisioneros, animales terrestres y marinos, algunos con características humanas y otros con trazos geométricos. Destacan los seres mitológicos, tales como “El Decapitador” y “El Animal Lunar”.
La forma actual que tiene la Huaca Cao Viejo, como otros edificios moche, es producto de la superposición de varios edificios. Los moches tenían la costumbre de enterrar cada cierto tiempo el edificio antiguo y construir sobre él uno nuevo. Esto era realizado con la técnica de Bloques de Adobes Tramados (BAT), la cual consiste en la disposición organizada de adobes paralelepípedos en conjuntos que cubren cuidadosamente los anteriores espacios ceremoniales, para construir nuevos encima de dichos rellenos.
Las intervenciones arqueológicas permitieron recuperar una serie de objetos finamente elaborados en los distintos niveles de ocupación y uso de la Huaca Cao Viejo.
La gran variedad de objetos está constituida por vasijas de cerámica de estilo moche, finos tejidos y vestidos, diversos adornos para el uso de los personajes de la élite elaborados de distintos materiales, emblemas de poder en forma de tocados, coronas, diademas, cetros, estandartes, etc.
Muchos de estos objetos, sin duda producidos por diestros artesanos, fueron hallados en contextos de ofrendas dejadas al templo, cuando una fase del edificio era clausurada, y en las tumbas de los personajes de la elite moche enterrados dentro del mismo templo.
El contexto funerario de la Señora de Cao fue el hallazgo de mayor relevancia en Huaca Cao Viejo. Se trataba de un personaje femenino de élite moche en excepcional estado de conservación. Su cuerpo pasó por un tratamiento especial para su inhumación. Si bien junto a ella se hallaron las tumbas de otros individuos con ajuares, el fardo funerario de la Señora de Cao representa un esmerado proceso de preparación del cuerpo, confección de los envoltorios y colocación de los objetos que componen su ajuar.
Este hallazgo, sigue siendo un ícono en cuanto a los ritos mortuorios, las jerarquías sociales y la participación de la mujer en los sistemas de poder en el mundo moche.
La Huaca Cao fue un edificio religioso en donde se realizaban ceremonias a cargo de las personas especialmente dedicadas al culto y al ejercicio del poder. Es probable que el ciclo de las actividades rituales, que incluso requería el sacrificio de vidas humanas, haya estado estrechamente vinculado a las imágenes en alto relieve plasmadas en el calendario del recinto esquinero de la Plaza.
Los recintos y patios en la cima de la pirámide escalonada debieron estar destinados a ritos exclusivos, más privados, donde los individuos que pertenecían a las clases sociales de mayor jerarquía tenían acceso y protagonismo.
Algunos de estos personajes tras fallecer fueron enterrados en la huaca, en el marco de complejos ritos. Las tumbas, enlucidas y decoradas en ciertos casos, estaban elaboradas a manera de cámaras dentro de los Bloques de Adobe Tramado, y contenían los más lujosos objetos, símbolos de la opulencia del personaje y de su entorno social inmediato.
Así, las intervenciones arqueológicas en Huaca Cao Viejo han permitido develar una variada serie de espacios arquitectónicos, contextos mortuorios, arte mural y un variado repertorio artefactual en diversos soportes materiales. Actualmente, la Huaca Cao está habilitada para su recorrido a través de un circuito de visitas; asimismo, una muestra de la colección proveniente de las excavaciones, entre la que sobresale el cuerpo momificado y el ajuar funerario de la Señora de Cao, está en exposición permanente en el Museo Cao.